Después de un mes en el que tantas cosas han ocurrido, me decido a retomar el blog y elijo hablar de… todo un poco.
La semana pasada se me acumuló el trabajo y apenas tuve tiempo para ir de una cosa a otra, como los tenistas que se entrenan contra la maquina de lanzar pelotas, respondiendo malamente a los golpes, sin más afán que meter la bola entre las líneas de cal más allá de la red.
El jueves, 5 de marzo, invitado por la Federación de Asociaciones de Gestores Culturales acudí a su encuentro a Pamplona con una ponencia en la mano titulada “El Sistema Cultural español: Principios para un nuevo equilibrio”. Obviamente no voy aquí a explicar en un par de párrafos lo que escribí en catorce páginas y defendí de viva voz en media hora. Pero sí voy a trasladar dos reflexiones sobre mi experiencia navarra.
La primera, ratificarme en la necesidad imperiosa de abordar los problemas de la cultura en España desde la perspectiva del Sistema Cultural y no desde la de Modelo cultural. Cuando se plantea el modelo cultural inevitablemente se plantea el aburrido y sin salida “Público Vs Privado”, como eje de la cuestión, lo que lleva inevitablemente a plantear exclusiones y conflictos. En tanto que si conceptualmente partimos del Sistema Cultural en el que todos los componentes y agentes son imprescindibles porque interactúan, habremos de buscar para cada uno de ellos la mejor de las posiciones para obtener beneficios propios y aportar beneficios al sistema.
La segunda enseñanza que extraje es que la hipersensibilidad sigue estando a flor de nuestra piel, la de cuantos nos dedicamos a la cosa cultural. Una de las cuestiones que planteé, probablemente una de las de menor calado, era la de considerar que la gestión de la cultura no precisa, en general y para todo, de funcionarios, sino de buena gestión y de calidad en el servicio para los ciudadanos, la dé quien la dé. Probablemente por la taurina tendencia a seguir el trapo rojo, y fijarnos en el árbol para no ver ni entrar en el bosque, esta cuestión, la desfuncionarización, suele tender a ocupar demasiado tiempo del complejo debate que afecta al Sistema Cultural, ése sí relevante
Y de Pamplona, montado en coche y sin apenas dormir, al Primer Congreso de la Academia de las Artes Escénicas, un proyecto largamente acariciado por el sector escénico y que ahora parece que caracoleando pero firmemente, se va consolidando. Urueña, el preciosísimo pueblo vallisoletano con las mejores puestas de sol del país, reunió a ochenta académicos del teatro y la danza, con su presidente, José Luis Alonso de Santos a la cabeza. Debates, talento y camaradería para mostrar que la unión de los profesionales es posible y que de seguir avanzando será una estupenda herramienta para dotarnos de una voz fuerte.
Ya de vuelta, el lunes brilla la noticia de la constitución de la nueva Junta Directiva de SGAE, y de la elección de su nuevo presidente, José Luis Acosta, que repite cargo. Pero esa es otra de la que hablaré…, pasado mañana.
Ya ven ustedes. Unas semanas sin escribir y se acumulan los temas. Y eso que no he hablado de la serpiente de invierno lanzada por ABC: “El gobierno prepara la bajada del IVA cultural”. Pues si ahora piensan que el descomunal daño que han hecho al sector lo van a resolver volviendo a la casilla de partida, van dados. Ahora vamos a reclamar la bajada del IVA al tipo súper-reducido, al 4%, sí al que tienen las revistas porno. Al menos durante cuatro años, los cuatro años que han machacado a la cultura con una media estéril. Pero también sobre este tema volveremos.
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