Jopé qué ganas tengo de que la realidad que me asalte cada mañana sea guapa y campanillera, lejos de Luz de gas, cerca de El Mago de Oz. Pero no, se imponen tan a menudo oscuridades y desasosiegos, que tengo el alma controvertida en estos tiempos de cinturones pequeños y cada vez más apretados. Y el desasosiego más profundo se produce cuando las noticias grises vienen de lo inesperado, del lugar imprevisto. ¿Imprevisto? Sí, al menos yo no esperaba que Alicia Moreno alargara los contratos artísticos de Mario Gas y de otros responsables culturales de Madrid, unos días antes de que un nuevo Consejero de Cultura la sustituyera en el cargo.
Alicia, ¿por qué renovaste el contrato de Mario, Delia, Mora y demás a escasísimos días de que te fueses del Ayuntamiento de Madrid? ¿Por qué, si habían sido designados uniendo su futuro a quien les designó, quien les designó firma para que le sobrevivan? ¿Por qué una vez más el poder discrecional, en vez del contrato programa? ¿Por qué resulta tan parecido ese funcionamiento al del anterior consistorio y al viejo estilo del teatro Español? ¿Por qué seguimos sin saber de contratos, de números, de presupuestos en el más puro y viejo ocultismo? ¿Por qué cuando conocemos algunos –los salarios y los cobros añadidos por direcciones artísticas- el alma sensible se irrita en estos tiempos? ¿Por qué la Cultura, que debe dar luz, esconde su gestión pública en la bruma del poder? ¿Por qué lo simplemente razonable es tan escaso y difícil de encontrar?
Mario, dices en la portada de El Cultural que “Los ciclos políticos no deben coincidir con los artísticos”, cuán de acuerdo estamos. Pero, ¿por qué no hacerlo por vía democrática y en abierta y leal competencia con otros que podrían aspirar a la responsabilidad, en vez de ampararse en el poder discrecional de quien se va en unos días? ¿Es tan peligroso para la democracia que en Cultura los responsables no sean designados sino elegidos mediante concurso? La percepción inevitable, una vez más, es que Súper Glue está perdiendo una gran oportunidad al no patrocinar los cargos. Un exitazo.
La sombra de la amistad como argumento feo debe ser desterrada de la acción política, de la acción cultural, y sustituida por la aristocracia de los mejores, pero los mejores no designados, sino elegidos por sistemas democráticos y rindiendo cuentas ante la sociedad a la que se deben. Y si no, no haber venido.
Notas:
1. La admiración artística nada tiene que ver con la crítica a la gestión. He comprado entradas para este domingo ver Follies en el Español, me han hablado maravillas. Veremos. La experiencia me cuenta que la buena gestión y el buen arte no se suelen aparear bien.
2. He pasado el post a tres amigos antes de publicarlo. Me han insinuado la posibilidad de tener problemas por decir estas cosas. La sospecha de que, en democracia, opinar pueda ser en sí un problema, ha bastado para disipar cualquier duda. Adelante con la libertad, tesoro divino.
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