Una mujer fuerte para un trabajo hercúleo

Pilar Jurado al frente de SGAE

Pilar Jurado, amiga y admirada soprano, compañera de Junta Directiva de la Academia de las Artes Escénicas de España, acaba de ser elegida para dirigir SGAE en los próximos tiempos. AhÍ es nada, un reto de los lejanos tiempos de Hércules: manejar el timón de una nave con varios agujeros en su casco, con una marinería irredenta y dividida, en un mar incierto y proceloso que augura una travesía más que difícil.

Y sin embargo creo que es una de las personas que, con acierto que deben perseguir denodadamente ella y sus apoyadores, y con suerte sorpresiva inesperada, que siempre viene de los amigos y amigas buenos, puede llevar la nave a buen puerto.

Hoy me siento marinero. Bueno, siempre, pero esa imagen de mar bravío y cascarón de nueces es la primera que me ha venido al conocer la noticia de que una mujer retoma en solitario la tarea de presidir la sociedad de los creadores, de los autores. No vale el papel que cumplió la querida Ana Diosdado, porque a su vera estaba Teddy Bautista.

No, ahora Pilar Jurado asume el mando en las condiciones más inhóspitas y con la amenaza cerniéndose sobre SGAE de intervención del Ministerio de Cultura que, por otra parte, tampoco anda sobrado de tiempo.

Los males de SGAE son casi de todos conocidos: algunos de ellos tienen que ver con un pasado apenas lejano en el que la férrea dirección ponía enormes ventajas y enormes inconvenientes en la misma cesta. Algunos de aquellos inconvenientes, de aquellos polvos, derivaron en el lodazal en que a menudo aparece metida SGAE. Otros males, fundamentalmente los que tienen que ver con la recaudación y el reparto en las franjas nocturnas de las televisiones -que son una fuente considerable de los ingresos y del poder en consecuencia-, necesitan una urgente mano dura e izquierda para comenzar a resolverlos y pasar un poco la página.

Pilar Jurado, puede hacerlo. Tiene la mano suave, amable y sonriente, pero fuerte y espero que decidida para aplicar medidas imprescindibles e inevitables, y no demasiado agradables para la propia Junta directiva. Una receta difícil para la que necesita varios componentes no muy habituales en la casa: En primer lugar una mayoría suficiente que se avergüence del pasado (de su pasado) y que desee fervientemente recuperar su propio respeto. En segundo lugar, decisión para acometer las medidas, algunas duras y urgentes, que pueden salvar la SGAE; para ello debe mirar más allá de la Junta, a los miles de socios y de creadores que tienen en la SGAE el único valedor de sus derechos en tiempos en que los derechos de los creadores se respetan poco. Y en tercer lugar, debe abrir las ventanas, no para que entre el aire fresco, que también, sino para mirar hacia fuera, para sentir la mirada enojada de las gentes, para entender que su función fundamental es recuperar el respeto de la sociedad hacia los autores, hacia los creadores.

Ah, y recuerda que el mando es soledad, soledad de la verdadera, la que no entiende de camarillas, ni siquiera de amigos.

No temas a los lestrigones, ni a los cíclopes, ni al colérico Poseidón, Pilar, decía Cavafis en su enorme poema. Pues eso. 

1 comentario

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Una respuesta a Una mujer fuerte para un trabajo hercúleo

  1. joseaveatar

    hola
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