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El retorno del Yeti: Cultura y ecología

Me siento un poco abominable por haber dejado pasar tanto tiempo desde la anterior entrada de este blog, así que asumo el nombre de ese animal que transita en el misterio por las más altas montañas tibetanas, para retornar: el retorno del Yeti.

Y para la vuelta al papel elijo un tema del que este verano se ha hablado no poco en prensa: la sostenibilidad, en las altas cumbres del Himalaya y en el planeta. De hecho, el pasado sábado se celebró en el mundo una jornada de fe y amor por la salud de la Tierra y de cuantos la habitamos.

Pero, ¿puede hacer algo la Cultura por la sostenibilidad medioambiental de este pequeño planeta del sistema solar? ¿Podemos aportar algo diferencial las gentes que nos dedicamos a la acción cultural y artística? Sin duda alguna. La tarea de frenar el modelo de desarrollo impuesto por el capitalismo en el último siglo y medio es tarea de todas las personas, todas las organizaciones y todas las naciones. Frenar esta evolución hacia el mañana, basada en la explotación, el consumo desaforado y la falta de respeto por el presente y por el futuro, e incluso retroceder en el modelo de desarrollo, son retos de los que nadie puede sentirse ajeno. Las empresas mismas y quienes las dirigen, sujetos activos del modelo económico dominante, han de preocuparse sinceramente por parar, y no solamente meter una marcha reductora sino echar marcha atrás. De ello también depende su futuro. El mito de que este modelo solamente funciona si da cada vez mayores beneficios es el contagioso pecado original que nos mancha a todos y a todas y que exige compromisos personales de romperlo en nuestro día a día.

Ahí, precisamente ahí es donde la Cultura y sus gentes pueden hacer mucho más de lo que hacen en la actualidad; para empezar por los Objetivos de Desarrollo Sostenible. El arte y la cultura, reconocidos en todas las sociedades como intérpretes privilegiados de lo humano son narradores y memoria y pueden por ello incorporar a sus temas esta preocupación decisiva de los seres humanos de hoy; pueden, también, dar voz e imagen al movimiento que en el mundo lidera la lucha por mantener el planeta como hogar común habitable. Y pueden, también y sobre todo, plantar su propio árbol, es decir, implementar medidas específicas, compromisos ejemplarizantes para que la actividad de las artes cumpla con las leyes prácticas y concretas de la sostenibilidad.

Reutilizando materiales, reduciendo el consumo y reciclando en todas las fases creativas y de producción; disminuyendo el consumo de energía y por tanto la huella de carbono en todos los momentos, especialmente en los que el arte se encuentra con sus públicos: teatros, museos, cines, festivales…; haciendo que esos espacios sean lugares comprometidos y coherentes en la práctica con la defensa de la sostenibilidad; pueden liderar socialmente estos mensajes ante empresas e instituciones; pueden promover su propia certificación medioambiental específica para incorporar a ella a todos los procesos y organizaciones creativas y artísticas.

Hace unos meses, con ocasión del Foro Cultura & Empresa, este año dedicado a la sostenibilidad, numerosos artistas y representantes de organizaciones suscribieron un documento clave en este sentido. El manifiesto se llamaba ¡Claro que podemos hacer algo por la salud del planeta! Una contribución práctica del arte y la cultura a la sostenibilidad. Léanlo y hagámoslo nuestro, de cada uno, en la actividad cotidiana.

P.S.: El retorno del Yeti no quedará aquí. En su nombre les prometo que no tardará en aparecer en este blog una nueva entrada.

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Se anuncia la convocatoria para las direcciones artísticas del INAEM: Una broma sin pizca de gracia

La web de la Cadena SER, en pleno fin de semana que se inicia el viernes, 1 de febrero de 2019, informa que el Ministerio de Cultura había publicado ese día en su web una noticia extraordinariamente relevante para la Cultura, por el fondo y la forma. La web del Ministerio adelantaba que el día 11 de este mes (diez días después), se convocaría el proceso de selección para las direcciones artísticas de las compañías nacionales dependientes del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM). La misma noticia informaba que el plazo de presentación de candidaturas se iniciaría el martes, 12 de febrero, y finalizaría el miércoles, 25 de febrero. Sí, han leído bien: el INAEM informa de que en el futuro se convocará el proceso, pero sin convocarlo, es decir, sin dar a conocer las bases de la convocatoria, los requisitos, las normas, los presupuestos… Nada. En definitiva, quienes aspiren a dirigir las organizaciones artísticas más importantes de España dispondrán de apenas trece días -13- para presentar su proyecto y preparar y presentar sus candidaturas en base a las condiciones que fije la convocatoria. Escasos días y muchos obstáculos para que los proyectos tengan la máxima calidad.

Como a los propios responsables este tiempo debe parecerles insuficiente, lo que hacen es avisar con antelación de que será muy poco el tiempo. Una broma. Una broma sin pizca de gracia.

¿Dónde queda la transparencia, dónde la publicidad, dónde la garantía de competencia, la profesionalidad exigible para que un proceso pueda ser aceptado como democrático?

Miren, el propio Código de buenas prácticas del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música, vigente, señala en su artículo quinto que la selección de candidatos se llevará a cabo “mediante procedimientos que garanticen la publicidad y la concurrencia.” ¿Es por eso por lo que TODO el proceso de presentación se realiza en trece días? ¿Es así como se promueve la sana competencia, unos buenos proyectos, y se garantiza la transparencia y el principio de igualdad?

SI el INAEM quería que el proceso pareciera transparente y limpio, desde luego ha fracasado. No serán pocas las personas que pensarán que algunos privilegiados/as tendrán previamente la información suficiente para poder hacer bien los deberes en tan poco tiempo.

Era información conocida que los actuales directores tenían que irse al final de la temporada: entonces, ¿porqué ahora con esta premura, con esta prisa?

Nuestra CULTURA, con mayúsculas, no debería estar jugando a lo pequeño, a las lealtades mínimas, a las prisas, a la ausencia de estrategia.

A las mayúsculas renuncia este tipo de convocatorias apresuradas, con tiempos tan cortos para hacer las cosas bien, y casi en penumbra.

Y, por cierto, todo esto sobre las formas: hablaremos del contenido de la convocatoria…, cuando se conozca.

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Contar, hacer y propagar, tres tareas del arte ante el futuro (3)

Acordado que también el arte y la cultura pueden y deben aportar valor a los Objetivos de Desarrollo Sostenibles, entendiéndolos como un horizonte bueno al que orientar a la humanidad, ¿cuáles podrían ser sus tareas? O, por decirlo de otro modo, ¿qué pueden hacer el arte y la cultura a la sostenibilidad?

Yo creo que han de avanzar en tres direcciones en paralelo.

La primera, incorporar a sus contenidos creativos la preocupación, el problema del medio ambiente, la salud planetaria, y la responsabilidad en ella de la economía y las personas. Es decir, involucrarse artísticamente en los problemas y hacer de la belleza un medio para explicar, entender, transformar… La literatura, las artes plásticas, la música, las artes escénicas ya lo están comenzando a hacer, porque la mirada de sus creadores, humana al fin, no es ciega a la realidad. Ahí está el cine y el teatro que ha dado notables obras de arte que ayudan a entender y a cambiar; ahí esta la música de la que no me resisto a mencionar a Bebe y El Chojin, presentes este año en el Kit de supervivencia con dos hermosos temas. Contar, pues, es lo primero que debe hacer el arte: mirar al espejo, pero viendo más allá.

La segunda es hacer. Hacer es la demostración ética de que la preocupación por el futuro es cierta, no impostada. Las instituciones culturales públicas y privadas, las organizaciones creativas, las empresas, compañías, el sector cultural en su conjunto, debe implementar medidas de sostenibilidad en todas las fases y procesos de su acción. Las claves elementales de reutilizar, reciclar y reducir el consumo y la huella de carbono, deben ser incorporadas a las fases de producción y creación, de gestión y de encuentro del arte con los públicos. Los materiales empleados en las creaciones y su reciclaje (exposiciones, producciones escénicas y cinematográficas…), los recursos utilizados, la cantidad y la calidad de la energía consumida…, deben ser primero preocupaciones y luego ocupaciones concretas. 

Avanzar en crear protocolos asumidos por el conjunto del sector cultural es un reto que no debe demorarse, que hay que asumir ya, implicando a todos los agentes en el compromiso de reducir su huella de carbono, empezando por los que mayor rentabilidad obtienen de la actividad cultural.

La tercera dirección que deben emprender arte y cultura es la de propagar estas nuevas responsabilidades, que lo son también del conjunto de la sociedad. La cultura es percibida como una voz a la que escuchar, una voz con un cierto liderazgo que es bueno poner al servicio de esta -y otras- causas justas. Asociarnos a otros agentes para multiplicar el esfuerzo parece el mejor camino. En ese sentido debemos plantearnos el reto de la sostenibilidad en colaboración con empresas y marcas sensibles medioambientalmente y que desde posiciones sinceras opten por caminar con el arte para difundir sus mensajes. El IV Foro Cultura & Empresa que este año se dedica a la sostenibilidad puede ser una buena ocasión para explorar posibilidades concretas.

Es el comienzo de un camino difícil y apasionante, que va a plantear en paralelo un reto añadido poco  transitado, el de la ética.

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¿Son el arte y la cultura cosas de ricos? (2)

Blog Robert Muro

Hoy penetro un poco más en la relación de la cultura con la salud del planeta.

Una de los efectos que tiene una lectura detallada de los ODS y de sus metas es que la cultura y el arte son cosas de quienes tienen resuelto todo y pueden, por ello, preocuparse de cosas como la belleza, la música, la literatura… Cosas de pijos ricos.

¿Es eso cierto? Cuando se leen detenidamente las metas concretas de los ODS no queda otra que pensar que sí. Simplemente por incomparecencia. El arte, el teatro, la poesía…, no existen; y no aparecen porque en realidad son necesidades de estómagos satisfechos. Sin educación, sin alimento, sin salud, sin seguridad…, ¿se puede uno preocupar de otras cosas?

Pienso, sin embargo, que es un mal olvido de los ODS y que la cultura debería figurar entre los objetivos y las metas con papel destacado. Porque el ser humano debe abordar su propio desarrollo de un modo integral, incorporando a la dignidad de ser humano también el acceso al arte, su comprensión, su disfrute. Si algo debiera haber aprendido la humanidad de su desarrolla hasta aquí, es precisamente eso.

Nosotros, los que habitamos la parte “rica” tenemos también nuestras propias responsabilidades en el desarrollo del planeta, y en el cumplimiento de los ODS. ¿Cómo? Sencillo, cambiando lo que podamos en nuestro entorno inmediato. Cada país, cada institución, cada empresa, cada pequeño comercio; y sobre todo, cada persona, debe aportar algo concreto en la buena dirección. Y llevando el agua al molino que debo, los que apreciamos el arte debemos emplearlo al servicio de estas ideas y de estas prácticas reconfortantes con nuestro entorno. Bebe, poeta preciosa, lo dice en su Ska de la tierra: “La Tierra tiene fiebre, tiembla, llora,/ se duele del dolor más doloroso/ y es que piensa que ya no la quieren.”

El arte es la forma que ha ido empleando la humanidad para explicarse a sí misma cosas trascendentes, cosas que solamente se pueden expresar con y desde el arte. Quienes ante unos acordes de violín han sentido emociones profundas hasta la lágrima -es un ejemplo-, lo saben. Ya, ya sé que esto es una milonga para quien carece de lo elemental. Pero cada uno debe actuar sobre su medio. Y aquí, el arte y la cultura deben adquirir nuevos compromisos con el futuro, que hasta hace unos años eran simplemente impensables. Compromisos que se orientan a un nuevo horizonte, a un sueño: el de que algún día quienes no saben lo que es un violín, lloren de la felicidad apacible de conocerse un poco más a sí mismos.

Hacer consciente a la mayor parte de nuestros congéneres que hay cosas que solamente se pueden decir con el arte, y casi todas son bellas. Es nuestra tarea. 

Posibilitar a la mayoría de nuestros congéneres de ese disfrute. Que no tiene que ver con tener más o mejores cosas, sino con ofrecer, sentir y vivir más y mejores experiencias al alma.

Así que, ¿podemos hacer algo los pijos de este mundo, los pijos culturetas?

Sí. Contar la historia del mundo desde el arte. Contar el futuro del mundo con arte.

Contar, hacer y propagar: tres tareas del arte ante el futuro . Pero eso, mañana. 

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Retorno a las no andadas

Retomo el blog como expresión de opinión ante lo que vivo con un cierto vértigo, después de casi un año sin visitarme a mí mismo. No, no ha sido por falta de temas: sobran cuestiones sobre las que lo difícil es no tener una opinión. Tal vez explique el silencio una especie de “fatiga de alma” producida por mi propia inadecuación a unos tiempos que circulan demasiado rápido sobre lo inane y extraordinariamente despacio sobre lo verdaderamente importante. ¡Qué difícil es atender al verso de Machado: ¡A distinguir me paro las voces de los ecos…!

Quizás me sobraba arrogancia para opinar y proponer soluciones y me faltaba humildad para re-conocer mi debilidad, mi fragilidad, mi pequeñez para aplicarlas.

Ese tiempo no ha pasado, pero sí me siento capaz de hablar de algunas cosas, tal vez desde otra posición, desde la del observador sentado en el banco que, ante el atisbo del más mínimo encono en su mirada, cambia la posición de la cabeza para que sus ojos se detengan sobre otras cosas. O para renovar la mirada. ¡Hay tanto que ver, que disfrutar, que vivir, que compartir, de lo que charlar!

Así que valga esta mínima entrada para anunciar que vuelvo a las andadas, o mejor, a las no andadas. A escribir sobre la cultura, entendida ampliamente, pero cambiando constantemente de posición y de perspectiva.

Hasta mañana

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Debate en Teatros Luchana: hasta con medio Pactito por la Cultura nos vale

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En lo pequeño está el germen de toda belleza

Las elecciones bis están al caer y conviene que, superando desconfianzas y descreencias, nos apliquemos a la tarea de señalar con el dedo lo que debiera hacerse. Mirar a otro lado, dar la espalda a ególatras y narcisistas, que es lo que demanda el cuerpo tras estos seis meses perdidos, no es solución, no una buena solución.

El equipo de Teatros Luchana organizó el pasado lunes un debate de clarificación electoral para celebrar el primer aniversario de su nacimiento. Allí estábamos por la parte “civil” Berta Ojea, Jesús Cimarro y yo mismo; y por la política madrileña, Ángel Martínez Roger, Isabel González y Pablo Iglesias Simón (nunca el apellido materno fue tan necesario), representando al PSOE, PP y Podemos, respectivamente.

Del debate, pulido y modoso, poco se puede decir más allá de constatar que las palabras pueden con todo y que todos pueden decir muchas palabras, incluso muy parecidas palabras, sin que ello sea garantía alguna de que llegados al poder los decidores conviertan su verbo en hechos.

Si una idea revoloteó con cierta persistencia fue la del Pacto por la Cultura. La idea de que se produzca el milagro de que algo una a todos los partidos es seminal aunque al parecer con espermatozoides tirando a vagos. Yo, que como me afeó con gracia Martínez Roger, tiendo confesamente a poetizar, al Pacto lo llamo desde hace años Contrato Ciudadano por el Arte y la Cultura. El problema es que el concepto mismo de pacto es impensable en una situación política en que cada partido, para combatir al otro y hacerle luz de gas, utiliza hasta los kleenex.

Soy partidario de ir de lo pequeño a lo grande. O más bien, de apostar por lo pequeño para no perder la esperanza en lo grande. Lo grande es el CAMBIO, ese que impulsará la Cultura como motor de país (y el PACTO para lograrlo); lo pequeño es el pactito, incluso aunque sea un poco feo. Porque el pactito expresará que los partidos piensan y hacen en clave de bien común no de boquilla; expresará que por encima de discrepancias, se comprometen a que los acuerditos se ejecuten.

Y ahí va mi propuesta: que los partidos elijan de su propio programa electoral de Cultura, aquellas medidas comunes en las que podría haber o tejerse un acuerdo. No es necesario que sean muchas; no es necesario que sean muy importantes; lo imprescindible es que el acuerdo en torno a ellas, se lleve a la práctica por cualquiera de ellos si llega al gobierno (solo o acompañado). No vale que todos digan con la boca chica que quieren un Pacto por la Cultura. Solamente vale que hagan –antes de las elecciones- un pactito por la cultura en torno a uno, dos tres, cuatro puntos. ¡Por dios, no hace falta más! Porque suscribir un pactito de tres puntos y comprometerse a cumplirlo gobierne quien gobierne, aunque el contenido sea aparentemente nimio, expresará que el gran pacto es posible. Que el pacto que necesitamos, ese que se orienta a hacer de la cultura una seña de identidad de todos los ciudadanos y de todo el país, es posible.

Humildemente señalo cinco posibles temas para que nuestros políticos partidos elijan tres de ellos para comprometerse a concertar y cumplir. Excluyo la bajada del IVA, claro, por ser una reivindicación ya amortizada. 1) Leyes para que la gestión pública de la cultura, y la gestión privada de los servicios públicos culturales, estén regidos por la transparencia (concursos, ayudas, privatizaciones…); 2. Elección de todos los cargos de responsabilidad cultural por concurso y ejerciéndose mediante contrato programa; 3. Ley de Patrocinio y Mecenazgo (incluidos incentivos fiscales para el consumo cultural de los ciudadanos); 4 . Aprobación de normas que promuevan la participación ciudadana en la gestión de la Cultura (asociacionismo, fórmulas de gestión participativas, consejos municipales del arte y la cultura…); y 5. Promover y extender las residencias artísticas a todos los centros culturales y espacios públicos como fórmula de creación y democratización.

Ya, ya sé que estos puntos para muchos son minucia. Pero si no gustan estos tengo otros, como decía Groucho con sus principios, igual de buenos para un pactito.

Lo dicho, bastaría con que antes de las elecciones sacaran del debate electoral las diferencias políticas en Cultura y se comprometieran todos a un programa de cambios pequeño pero común. Dentro de cuatro años, podríamos subir otro peldaño en la escalera de hacer de la Cultura algo relevante en la vida de los ciudadanos.

Para ilustrar la relevancia de las actitudes para los pequeños acuerdos, no me resisto a recordar esa historia del explorador inglés que de vuelta de sus viajes por el África más remota relataba a sus compañeros de sociedad geográfica del momento en que se vio rodeado por cincuenta leones y cómo salió valientemente del paso en aquella comprometida situación. “Cincuenta”, repitió con sorna” uno de los contertulios. “Ciertamente no los conté, tal vez solo eran 25”, respondió el explorador. “¿Veinticinco leones?”. “Bueno, si nos ponemos exigentes con el número, preferiría reducir el número a cinco leones, bien grandes, por cierto.” El cada vez más desconfiado oyente, repitió en tono incrédulo la cifra última: “¿Cinco?” A lo que el explorador, sintiéndose ya acorralado, acertó malamente a contestar: “Bueno, bueno, no había leones, pero no saben ustedes lo que olía a león. Apestaba”.

Pues eso, que al menos en las próximas semanas huela a pactito. Y mi voto para quien se lo trabaje.

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Nace mediantescultura, una empresa del Cuarto Sector

Gestión privada de servicios públicos culturales

La semana pasada se presentó públicamente en Madrid mediantescultura – elmuro, una empresa de gestión privada de servicios públicos culturales, que se guía por el servicio a los ciudadanos. En el recoleta sala de cine de Artistic Metropol, Salvador Sanz y yo mismo, promotores del proyecto, desgranamos las razones de su nacimiento. ¿Es posible que una empresa priorice el servicio publico y el beneficio de los ciudadanos compaginándolos con la sostenibilidad de la empresa? No me digan que no les suena que esta precisamente es una de las características no expresadas de toda una pléyade de empresas culturales y artísticas de nuestro país. mediantescultura, tiene esa filosofía y se reclama capaz de mantener y armonizar los beneficios de la gestión privada, eficaz y eficiente, profesional, con los beneficios sociales propios y característicos de la cultura.

No somos pocas las personas y organizaciones de todo tipo que desde el ámbito cultural aspiramos, deseamos, soñamos e incluso humildemente laboramos por una sociedad más igualitaria en derechos y obligaciones y en la que tener mucho más que otro, además de no ser visto como un ejemplo, sea finalmente, inútil, innecesario. Pero entre tanto se acerca ese momento histórico en el que tantos necesitamos creer, creo, también en que es necesario dar pequeños pasos que mejoren, que “contaminen” positivamente, que ilustren desde la humildad lo mucho que ganaría la sociedad con menos desigualdad. Uno de esos pequeños pasos es el desarrollo del llamado Cuarto Sector de la economía, aplicado a la cultura en el que mediantescultura se inscribe por propia voluntad.

Es bien sabido que el Primer sector se identifica con la empresa privada, el Segundo, el sector público, y el Tercero, el de las organizaciones no lucrativas, pero, ¿qué es eso del Cuarto Sector del que hablamos?

Enunciativamente podemos decir que lo conforman empresas con responsabilidad ante el devenir del bien común, empresas que anteponen el beneficio social al económico porque creen y demuestran que maximizar el beneficio social no es incompatible con ser rentable económicamente. En tanto que maximizar el beneficio económico por encima de todo sí es incompatible con el beneficio social. ¿Os es que no podemos aprovechar la creatividad, el trabajo, el esfuerzo, el ingenio más que para hacer dinero? ¿Es que la profesionalidad y la eficiencia empresarial no puede disponer de alma?

Las empresas que nos acogemos al concepto de Cuarto Sector asumimos unos compromisos públicos concretos en sintonía con el propósito social. Nuestros métodos de negocio deben ser escrupulosos con la legalidad y con ese propósito social; deben atenerse al concepto práctico de ganancias razonables, lo que a menudo implica la autolimitación expresa del volumen de beneficios y obliga a la reinversión; la transparencia y la apertura a auditorías, especialmente en las tareas relacionadas con instituciones publicas; la responsabilidad social y medioambiental; y compromisos estrictos en torno a los derechos laborales y sociales de cuantos se relacionan con la empresa.

Una buena parte de las organizaciones y empresas culturales (incluso algunas encuadradas en el Tercer Sector) cumple algunas o varias de estas características y lo hacen, además, en un sector –el de la Cultura- considerado en nuestro ordenamiento constitucional y en nuestro entorno, como uno de los servicios que las administraciones ofrecen y han de garantizar a los ciudadanos.

Es ilusionante que cada día más organizaciones y empresas del ámbito cultural se adscriban a este concepto práctico del Cuarto Sector. Es estimulante que muchas empresas eficaces, eficientes y profesionales, consideren que es posible compaginar rentabilidad económica y social, y que lo demuestren. Pero para que adquiera cada día más relevancia real es imprescindible que desde el propio sector y desde las instituciones públicas, se tomen algunas medidas urgentes.

Desde el propio sector, hay que crear una normativa auto-reguladora de cumplimiento de las medidas enunciadas que permita diferenciar a aquellas empresas presentes en el ámbito de la cultura que priorizan el negocio, de aquellas que priorizan el beneficio social. El primer paso es el encuentro y el acuerdo de aquellas organizaciones que se sitúan en esta perspectiva.

Desde las administraciones públicas se debe, por un lado, legislar con urgencia medidas para favorecer el desarrollo y la presencia de empresas del Cuarto Sector en todos aquellos servicios públicos que requieran de gestión privada; y por otro, favorecer en cuantos concursos, licitaciones y encargos requieran de la participación de empresas en servicios públicos, que sean empresas con autolimitación de beneficios y responsabilidad social las receptoras de los encargos.

No se trata de inventar un nuevo sector, se trata de estimularlo, de regularlo, de tipificarlo al servicio de una mejor gestión de los servicios públicos y de garantizar en ella el compromiso de las empresas contratadas con el propósito social.

Es posible servir a la sociedad desde la empresa siempre que ese objetivo sea fundamental y no accesorio en su estrategia empresarial. Es posible hacer empresas sostenibles en Cultura combinando rentabilidad social y rentabilidad.

Hagámoslo.

 

NOTA: En próximas e inmediatas entregas iremos describiendo mediantescultura, y sus áreas de actividad.

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ELMURO, UNA EMPRESA COMPROMETIDA CON SUS CLIENTES…, Y CON LA SOCIEDAD

El-Muro

Celebramos los 20 años de actividad de elmuro. Un largo viaje de aprendizaje en el que ha habido momentos de viento favorable y tempestuoso. Pero un viaje de 20 años bien vale la pena celebrarse. Y lo hacemos reuniendo a los amigos y amigas en el Teatro Galileo en una fiesta con actuaciones, jamón, vino y refrescos. Y actuaciones y alegría. Que eso es la Cultura. Que eso es la vida. En esa fiesta se entrega a quienes acudan el Kit de Supervivencia para 2016, y se presentarán en primicia algunos otros cambios. Cambios, cambios, cambios; para permanecer de pie, para avanzar, para ser.

Hemos decidido también, hacer públicos, hoy más que nunca, nuestros compromisos con los clientes y con la sociedad. Aquí van, compartidos.

 

PRINCIPIOS Y COMPROMISOS DE ELMURO

ELMURO, empresa dedicada a la gestión de la cultura, se define como formando parte del Cuarto Sector de la economía, un novedoso modo de encuadrar a aquellas

empresas que asumen seria y profundamente compromisos de retorno social en su

actividad empresarial, y responsabilidad ética en el devenir del bien común.

En su marco de gestión empresarial de servicios culturales públicos, elmuro expresa públicamente su compromiso de servir a los intereses ciudadanos, de mantener la transparencia en su gestión y limitar los beneficios en la gestión.

Además, en el marco de la gestión de servicios a empresas, y en general, con todos

sus clientes, elmuro hace públicas sus reglas en la relación comercial.

 

Calidad

elmuro se compromete, en todos sus servicios, a ofrecer la máxima calidad

en el trabajo encomendado o el servicio prestado -incluidos los conocimientos, puestos al servicio del cliente sin reservas- para lo cual establece un control interno sobre sus procesos basado en el sistema EFQM de búsqueda permanente de la excelencia en el servicio. La evaluación de la calidad percibida, no obstante, queda en manos del cliente, cuyas apreciaciones se escucharán y serán tenidas en cuenta.

 

Transparencia

Todos los procesos estarán abiertos a los clientes. La información sobre la gestión de un proyecto encomendado estará siempre disponible. Los precios serán razonables, públicos y justificados.

 

Escucha y comunicación

Nos comprometemos a atender al cliente, sus deseos, razones, intereses y preocupaciones, en todas las fases. Junto a la disponibilidad, una escucha atenta y una comunicación ágil, sencilla, directa y constante por el medio elegido por el cliente, son claves en nuestro concepto de atención.

 

Lealtad, y sinceridad

La relación con el cliente estará presidida por la lealtad y el respeto a sus necesidades, y la sinceridad, que implica que elmuro expresará siempre su opinión razonada sobre cualquier extremo del trabajo comprometido aunque suponga diferencias o divergencias con la empresa contratante. Particular importancia adquiere este aspecto en la actividad que trascienda a amplios públicos.

 

Confidencialidad

elmuro se compromete y suscribe formalmente con cada cliente que lo solicite, acuerdos expresos de confidencialidad sobre aquellos aspectos de la relación contractual que el cliente demande.

 

Trabajo en equipo

Todos los proyectos cuya responsabilidad asumamos, serán objeto de seguimiento en equipo, más allá de las responsabilidades individuales, a la búsqueda de aportaciones colectivas al servicio del cliente.

 

Flexibilidad y agilidad

Comprometemos nuestros recursos humanos e intangibles para ofrecer respuestas

rápidas a las necesidades planteadas por el cliente.

 

Responsabilidad

Respeto a los plazos comprometidos y a los presupuestos entregados, si no se producen cambios impuestos por el cliente. Compromiso de la empresa de asumir el cargo de todos los incrementos debidos a posibles cálculos no ajustados.

 

Garantía final

Si la evaluación final del cliente sobre el servicio prestado se aleja de

sus expectativas, o existen diferencias sobre el grado de cumplimiento de las tareas

encomendadas, nos comprometemos a evaluar de nuevo, conjuntamente con el

cliente, el precio del servicio

 

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Perdonen este post

En el lejano Oeste, ajeno a leyes y respetos, la fuerza superior sustituía en una sola mano el triple poder de dictar, sancionar y ejecutar: quien tuviera más fuerza, con o sin placa de sheriff, se quedaba con la razón.

El Código de Hammurabi, recogido con afecto en la Biblia, daba valor superior a la Ley del Talión, aquella que ofrecía cobrar un ojo por otro sacado con anterioridad. Después, en el Nuevo Testamento, llegó aquello de “quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”; pero hasta los cristianos han olvidado en estos tiempos serlo.

Ambas tradiciones, la de la venganza y la de la fuerza como razón de ley, se juntan impúdicamente hoy.

La ética, como conjunto de normas que rigen la conducta humana, nos dice que todo congénere acusado de delitos o crímenes debe ser juzgado conforme a derecho y con todas las garantías. El intenso y profundo dolor y contención que acompaña a la justicia frente a la fácil venganza, solo es comparable a la íntima satisfacción de ser, con ello, superior a los criminales. De contención  frente al terror sabemos mucho en el País Vasco y en el resto de España, tanto como para exportar.

No sé lo que haría si acabar con una vida fuese la condición inevitable y cierta para salvar muchas. Tal vez, con la más profunda aversión, tuviera que asumir ese papel de cercenarla. Pero siempre movido por la evitación de un crimen mayor; nunca por venganza preventiva.

Ya, ya, que la cultura parece tener poco que ver con esto… Lo sé, pero la vergüenza del silencio o del aplauso cómplices me arranca este post.

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Presentación del blog cultural de Robert Muro

El leit motiv de este blog cultural, de cuanto cada entrega aporte, es la comunicación, el debate, la reflexión compartida sobre la cultura y el devenir de la gestión de lo cultural.

En él irán apareciendo mis opiniones, las ideas que la lectura o el seguimiento de la actualidad cultural me generen. Es, digamos, mi espacio más crítico y más urgente y, por lo tanto tal vez teñido de carencias, de los suficientes matices, de la necesaria gama de colores. El formato lo permite. Y lo que espero es que sea un lugar en el que contrastar mis opiniones con las de otras gentes que estáis interesadas en lo mismo que yo: la marcha de la cultura, el papel en el devenir de la sociedad, de las relaciones humanas; sobre todo su papel en contribuir a que la vida emocional e intelectual de los ciudadanos sea cada vez más rica.

Las políticas culturales, la programación, la relación entre lo público y lo privado, la necesaria profesionalización de la gestión cultural, el futuro, la comunicación…, serán temas que aparecerán sin duda en la vida de este blog. Su duración depende de que cumpla con su papel de relacionar gentes inquietas. Rechazo profundamente el exhibicionismo como repudio la vanagloria; pero necesito compartir y comunicarme. Está dicho.

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